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Obra de Bartolomé Esteban Murillo |
Y esto no sólo sucede con aficiones más o menos declaradas, sino con cualquier tipo de pensamiento. Así vemos que aquellas personas que se centran en pensamientos más o menos tristes, sólo ven tristeza a su alrededor; mientras que aquellas personas que derrochan optimismo suelen ver facetas de la vida mucho más agradables y bellas. Recuerdo en una ocasión en la que escribí un texto en mi otro blog en el que derroché alegría y optimismo, y cuál fue mi sorpresa al leer un comentario de uno de mis lectores que decía: "Oh, qué triste". Me quedé tan perpleja que me puse a releer el texto para comprobar si había dejado traslucir algún tinte de amargura en él, pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad, el texto no contenía ni un ápice de melancolía, y entonces me di cuenta de que en aquel texto además de lo que yo escribía podía encontrarse lo que cada lector pusiera de su propia cosecha; es decir, si el lector era alguien pesimista vería en mis palabras signos de gran tristeza, mientras que si era optimista no tendría problemas en detectar la alegría que traslucía el escrito; y por supuesto, para tranquilidad mía, tambíen habría lectores que simplemente leyeran con objetividad el escrito sin añadir sus propios prejuicios y que posteriormente cada cual tomara la posición que el texto le hubiera inspirado de acuerdo a su propia personalidad pero sin alterarlo.
En los inicios del cine, cuando se empezó a aplicar la técnica del montaje se pudo estudiar y analizar cómo el contexto puede modificar y añadir interpretaciones a imágenes que en sí mismas no las contenían. Así, en lo que se llamó el efecto Kuleshov se mostraba el rostro neutro de un hombre de quien, dependiendo de la imagen que se mostraba inmediatamente después, cada espectador lo juzgaba de diferente manera. Las tres imágenes que acompañaban a aquel rostro neutro e inexpresivo eran, una niña muerta, un plato de sopa y una mujer seductora. Para sorpresa de quienes estudiaron el fenómeno pudieron constatar cómo los espectadores asignaban elementos de tristeza, glotonería y lujuria al mismo personaje dependiendo de la imagen que veían a continuación.
Para nuestra buena salud mental es muy bueno aplicar unas ciertas "medidas higiénicas" a nuestro pensamiento y a nuestra actitud, y esto nos lleva a la importancia de enfocar bien nuestros intereses y hacerlo de la manera más adecuada y beneficiosa posible. Centrar el interés en lo que va a ayudarnos a ser mejores y más conscientes, en vez de centrarlo precisamente en lo contrario.
Y quizá algo más, además de focalizar de la manera más adecuada nuestros intereses lo más positivamente posible, no estaría del todo mal añadir algo más y es el decidirnos a ampliar el rango de nuestros intereses en lugar de estrecharlo para así contribuir con un excelente método para desarrollar la consciencia.
Focaliza tu interés de la mejor manera posible, porque, no lo olvides, aquello que piensas es lo que ves.